Sinopse
Las que se han dado en llamar "chicas de calendario" han avivado el deseo masculino no solo desde calendarios colgados en las paredes, sino también de portadas de revista, pósteres de páginas centrales o incluso juegos de cartas. Lo que empezó siendo una forma de practicar con óleos, pronto se extendió a muchos otros ámbitos: las chicas pasaron a dar un toque elegante a los fuselajes del Ejército estadounidense y se convirtieron en toda una seña de identidad de los talleres mecánicos y los barracones militares. Y ni siquiera la época de la corrección política les ha restado encanto.